Hay dos verdades del mercado inmobiliario que permanecen inmutables en 2023. Por un lado los jóvenes (de 18
a 34 años) siguen siendo el segmento de edad con mayor
nivel de participación. Por otro, el precio es el mayor condicionante en todo el proceso y, con las subidas acumuladas en los últimos tiempos tanto en el mercado del alquiler como en el de la compra, tiene un efecto directo en las
pretensiones residenciales de toda la población, pero especialmente en las de este grupo.
El resultado es que la participación en el mercado inmobiliario entre quienes no han cumplido los 35 años ha descendido de forma rotunda con respecto al año 2022. El
arrendamiento sigue siendo su opción preferente, pero
aunque muchos jóvenes demandantes buscan alquilar
por la flexibilidad de este mercado, muchos otros lo hacen mirando al mercado de la vivienda en propiedad: su
situación económica les impide comprar o están esperando que bajen los precios.
Eso se plasma en la cada vez mayor pretensión de compra
de los jóvenes: desde 2021 se registran cada vez porcentajes más altos de menores de 35 años que prevén comprar
en los próximos 5 años. El alquiler, que en España siempre
se había identificado como una fase vital previa a la compra, es un periodo cada vez más pasajero. Con el panorama de precios actual, la propiedad está cada vez más presente en las intenciones de los jóvenes, aunque por el momento su demanda siga priorizando el alquiler.
En cuanto las características que buscan en una casa, no
hay cambios significativos y que tenga un precio ajustado
a su presupuesto, el número de habitaciones, los servicios cercanos y el ahorro de no tener que reformar siguen
siendo las cuestiones más importantes para los jóvenes.
Sin embargo, sí que hay algunas variables (todas ellas
vinculadas con la ubicación) que están ganando importancia: buenos accesos por carretera, proximidad de familia o amigos o que esté en una zona comercial o de ocio.
Si, como hemos dicho, la evolución de los precios es la
clave para explicar cómo se están comportando los jóvenes, sus expectativas al respecto no auguran un escenario inmobiliario muy ventajoso para ellos: la precepción
de que los precios, tanto de alquiler como de compra, son
altos o muy altos está cada vez más generalizada; la idea
de que seguirán subiendo, también obtiene cada vez un
mayor consenso. Y, por si fuera poco, la opinión inmobiliaria con mayor respaldo entre los jóvenes es que las condiciones hipotecarias actuales hacen más difícil la compra
de vivienda.
Por tanto, el panorama inmobiliario de los jóvenes pinta
todavía más complicado de lo habitual y muestra los síntomas esperables en esta coyuntura de precios altos en
un segmento con más necesidades residenciales que la
media y menos recursos económicos